Trucos para “engañar” a nuestra mente y comer menos

Esta semana en el DQP vamos a descubrir trucos para engañar a nuestra mente y conseguir comer de manera más equilibrada evitando el efecto de “comer por comer”. Realmente comemos más de lo que nuestro cuerpo necesita. Y muchas veces lo hacemos de manera inconsciente, traicionadas por la ansiedad, que nos empuja a abordar nuestra nevera.

Para evitar estos atracones hay algunos trucos que nos pueden ayudar a saber cuándo tenemos que parar. Vamos a ver cómo puedes engañar a tu mente para no comer en exceso.

1) El tamaño de la vajilla

Cuanto más pequeño sea el plato, menos cantidad de comida tomarás. No se trata de que te tomes la sopa en una tacita de té, sino de tratar de no llenar un plato grande. Hay que medir las cantidades.

2) El peso de la vajilla

Cuando sostenemos un plato de comida pesado en nuestras manos, el cerebro se siente más saciado. Si por ejemplo vas a comer una manzana, en lugar de hacerlo a bocados, pártela y sírvela en un bol para sostenerlo. Así, al terminar, tendrás una sensación más saciante.

3) El color de la vajilla

Los colores como el rojo o el amarillo nos incitan a comer más deprisa, de ahí que las cadenas de comida rápida tengan siempre estos colores. Por tanto, en lugar de servir tu comida en un plato rojo, hazlo sobre uno blanco. Es una manera de transmitirle a tu cerebro serenidad, así comerás de manera relajada y siendo consciente de lo que tomas.

4) Come sin distracciones

No te pongas a cotillear el móvil, ni comas mientras trabajas frente al ordenador, ni tampoco te sientes delante de la tele. Todo ello son distracciones que nos hacen comer sin consciencia. Y al final terminas comiendo de más sin saber realmente si te has saciado o no.

5) Come sin azúcar

Los alimentos con altas cantidades de azúcar activan neurotransmisores como el de la dopamina (el que nos causa el subidón al consumir azúcar). Suele ocurrir en situaciones de estrés, que es cuando nuestro cerebro te pide que comas algo con azúcar para sentirte mejor. Es lo que se conoce como hambre emocional. Por tanto, cuando sientas la necesidad vital de comer dulce, realiza una respiración consciente: cuenta hasta 10, inspirando y expirando lentamente.

6) Frutas y verduras siempre visibles

Las frutas y las verduras no solo son más saciantes que cualquier ultraprocesado. También son más saludables. Por eso intenta guardarlas siempre a la vista dentro de la nevera. Así, cada vez que la abras en busca de un capricho que darte, serán lo primero que verás. La comida entra por los ojos, y si lo primero que ves es fruta, seguro que a tu mente de repente le apetece.

7) ¿Hambre o sed?

Solemos confundir una cosa con la otra, tendiendo siempre a decantarnos por el hambre. Pero en muchas ocasiones, lo que ocurre es que nuestro cuerpo se deshidrata. Ante la duda: bebe siempre un vaso de agua, espera unos segundos y replantéate la pregunta. ¿Cómo te sientes ahora? ¿Es hambre o es sed?

8) Mastica unas 40 veces por bocado

Así lo sugirió un estudio estadounidense, donde se comprobó que masticar con insistencia los alimentos, hace que tomemos menos cantidad de comida. También ayuda a mejorar la digestión, haciéndola menos pesada. En teoría, la cantidad ideal es 40 masticaciones por bocado… Puede que la comida se eternice, pero merece la pena intentarlo.

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