Esta semana en el DQP Summer! te traemos recomendaciones y consejos para superar el temido síndrome postvacacional.
Como bien sabemos, el síndrome postvacacional (SP) se produce al incorporarnos a nuestro trabajo o rutina diaria tras acabar el periodo de vacaciones, y puede darse tanto en adultos como en niños.
* ¿Qué es el SP?
El síndrome postvacacional no es una patología como tal, sino un “trastorno adaptativo”. La persona que lo sufre tiene una sintomatología similar al estrés cuando, al final de un periodo de descanso más extenso de lo habitual, no se ve capaz de responder al alto número de demandas que supone la vuelta a la rutina o el regreso a su vida laboral.
Regresar a la rutina después de un placentero descanso no es agradable para casi nadie, pero para algunos llega a ser traumático. Se estima que entre un 30% y un 35% de los trabajadores suele padecer este cuadro depresivo al final del verano. El resto lo sobrellevaba mejor, aunque lo habitual es que también sufra más estrés y fatiga.
* ¿Cuáles son los síntomas del SP?
Sus síntomas pueden variar de tipología e intensidad según sea la persona, su entorno y sus responsabilidades u obligaciones, pero por lo general el síndrome postvacacional se caracteriza por un cuadro de características comunes al estrés y/o la ansiedad.
Cualquier cuadro de estrés disminuye considerablemente la calidad de vida y el rendimiento de quien lo padece. Sin embargo, el síndrome postvacacional no suele durar más de 2 ó 3 de semanas.
Los síntomas más comunes son:
- Bajo estado de ánimo y sensación de tristeza.
- Pérdida de apetito.
- Decaimiento, falta de energía. Debilidad generalizada y astenia (fatiga general que dificulta o impide a una persona realizar tareas que en condiciones normales hace fácilmente).
- Alteraciones del sueño: insomnio y somnolencia llamativa durante el día.
- Limitación de la capacidad de concentración y tolerancia al trabajo.
- Sensación de hastío (aburrimiento).
- Apatía e irritabilidad. Cambio del carácter con cierta agresividad que puede llegar a afectar las relaciones con los compañeros generando un mal ambiente laboral.
- Cuadro depresivo. En algunos casos puede ocasionar estrés agudo que se manifiesta en disminución del rendimiento, palpitaciones, sudoración, aumento de las frecuencias respiratoria y cardíaca, temblores…
- Ansiedad. En extremos, si se perpetúa más allá de unos días, puede aparecer un síndrome de ansiedad generalizada o estrés crónico, que exigiría de tratamiento.
Muy pocos casos precisan ayuda profesional, pero en ocasiones la presión de la vuelta al trabajo y/o a la rutina diaria puede causar estrés agudo con todos los signos que lo caracterizan: malestar, ansiedad, depresión, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, taquicardias, temblores, cambios de humor, etc.
* ¿Cómo disminuir sus efectos?
Sus síntomas y efectos pueden paliarse siguiendo unas sencillas recomendaciones de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral y otros organismos
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Programa tu regreso con cierto margen de tiempo. Es un error llegar el día antes de la vuelta al trabajo. Date un par de días para organizarte y mentalizarte.
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Intenta incorporarte un miércoles o un jueves para que el comienzo sea progresivo y con un descanso próximo que te servirá de estímulo.
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Respeta el horario laboral. Evita que las primeras jornadas sean maratonianas, sobre todo porque no vas a ser productivo y te provocaría más desánimo.
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No te lleves trabajo a casa. Marca unos objetivos fáciles de conseguir y no te sobrecargues.
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Los días siguen siendo largos y cálidos, de modo que aprovecha tu tiempo libre para realizar actividades lúdicas y de ocio. El deporte es especialmente beneficioso ya que libera endorfinas, las hormonas que proporcionan sensación de bienestar y optimismo.
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Procura dormir 7 u 8 horas. Lo normal es que durante las vacaciones hayas alterado tu horario de descanso. Hay que volver cuanto antes a los ritmos normales. El cansancio físico solo empeorará el malestar.
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Evita durante un tiempo el alcohol y la cafeína. El primero es un depresor del sistema nervioso central, por lo que tenderá a agudizar la desgana y la desconcentración. La cafeína es un estimulante que aumentará la sensación de estrés o ansiedad.
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No caigas en los pensamientos recurrentes y negativos. Cuando notes que pierdes el control, sal a la calle a dar un paseo, llama a un amigo o ponte música. Las aficiones son el mejor recurso para escapar un rato de la realidad y recuperar la calma.
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Actitud positiva. Trata de buscar los aspectos positivos (siempre los hay) y procura cambiar las cosas que no te gustan y están en tu mano. Muchas veces nos asentamos en lo cómodo y en quejarnos, pero tampoco hacemos nada por cambiarlo. Replantéate tu actitud, puede ser un buen punto de partida.
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Busca una nueva actividad que te motive y te acorte la espera del fin de semana. Para aquellos que siempre han querido aprender a bailar, podría ser ahora cuando por fin encuentren el empuje para apuntarse a clases de bailes de salón. O iniciar una rutina de ejercicio, aprender un idioma extranjero, pintar, tocar un instrumento, hacer fotografías…. cualquier actividad que podamos integrar en la rutina semanal es buena, siempre que nos aporte ilusión. Un pequeño oasis en mitad de la semana nos ayudará a que nos sintamos bien con nosotros mismos. Es una forma de no tener que esperar a que lleguen ni las vacaciones ni el fin de semana para disfrutar de nuestro tiempo.
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